sábado, 10 de marzo de 2012

Momentos de incertidumbre

Todo es confuso. No sé. Quizás había esperado demasiado tiempo para olvidarle y ahora simplemente dependía de él, de su sonrisa, de sus miradas. Sin duda esta vez se había coronado con el fracaso más absoluto.
Si alguien se enteraba sería el blanco de las habladurías; las malas lenguas la tomarían con ella.
- Pobre desgraciada - dirían - condenada al sufrimiento por un amor imposible.
Y sin embargo, ella veía algo positivo en todo el asunto. Quizás nunca estarían juntos pero se sentía alegre cuando estaba cerca o, al menos, un poco menos triste que de costumbre. Su compañía siempre sería bien recibida; después de todo, eran amigos y eso no tenía por qué cambiar.
En esos instantes ansiaba su presencia. Era una situación extraña, nadie la comprendería.
Un año difícil donde los haya. ¿Qué pasa por su cabeza? Ni ella lo sabe. Todo es un caos absoluto. Sus pensamientos saltan de una cosa a otra, sin apenas detenerse en ninguna.
Tic-Tac. La clase de mates sigue adelante pero no puede concentrarse en el temario.
Sí, estaba segura que vivía de ilusiones falsas, sueños rotos y expectativas pobres. Al igual que en los problemas de álgebra, todo en estos años había sido incógnitas sin resolver; a veces por pereza, a veces por incompatibilidad. Sólo sabía que ya era un poco tarde para intentar buscar la solución.
¿Hacia dónde estaba yendo? Quizás al más profundo abismo y sin embargo, no encontraba la forma de salir.
La sensación de angustia se le presentaba con frecuencia y era rápidamente asociada a esa escena del teatro que siempre le hacía llorar.
Repasaba constantemente sus actos, los meditaba varias veces antes de llevarlos a cabo, sopesando las consecuencias que podría conllevar. Nunca había sido partidaria de correr riesgos, al fin y al cabo la suerte nunca estaba de su parte.
No entendía cómo había llegado a ese estado emocional y tampoco sabía bien en quién apoyarse para salir de ello. Sus amigos no la entenderían, creerían que son nimiedades; su hermana era todavía pequeña y sus padres... bueno sus padres sabía que estaban ahí cuando los necesitaba pero en parte los culpaba de haber resaltado sus defectos con demasiada insistencia aunque sin mala intención. A pesar de eso, los complejos no pudieron abandonarla.
Sólo había alguien que podía entender un poco cómo se sentía, pero procuraba no recurrir a él en exceso, no quería molestarle.
Últimamente todo se le antojaba difícil, extraño, lejano. La situación se estaba volviendo insostenible. Necesitaba un cambio en su vida. Algo, cualquier cosa, por insignificante que fuera, que le hiciera sentir mejor.