martes, 31 de enero de 2012

Corazones cerrados y granadas de mano

Esta entrada la escribí el viernes 27 de enero, pero no me sentía con fuerzas para publicarla.

Llevaba sin dormir toda la semana, agotada, cansada, rendida, triste al fin y al cabo.
Recordaba con exactitud cada minuto de aquella noche, cada lágrima que él derramó, cada palabra de culpabilidad infundada. No podía cerrar los ojos sin evitar llorar, recordando la tristeza que inundó aquella conversación.
Agradeció enormemente que se sincerara con ella y le contara cómo se sentía, qué le preocupaba, qué le hacía daño pero nunca hubiera imaginado que se sentía tan culpable y solo.
Se acordaba del camino de vuelta hasta su plaza, un "paseo" quebrado por la melancolía, el llanto y el miedo inmenso a perderle. Por unos instantes creyó que le había perdido para siempre. Sin embargo, la perdonó y le dio la oportunidad de hablar pero ella no había esperado que todo se volviera tan angustioso.
Estaba paralizada, quería llorar pero no era capaz, sus palabras estaban tan llenas de tristeza que se sentía impotente y sólo quería abrazarle y no soltarle nunca, encontrar la manera de que sonriera como lo hacía antes, con ese brillo que iluminaba sus ojos.
En parte entendía cómo se sentía, pues ella también tenía esa soledad y tristeza desde hacía mucho tiempo, siempre se había sentido fuera de lugar pero no quería que él pasara por lo mismo.
Estaba encantada de que fuera su amigo, era muy afortunada de tenerle y no sabía cómo hacerle notar esa sensación a él. Debía hacerle sentirse querido porque ella iba a estar siempre para él, incondicionalmente, sin importar qué pasara.
Sabía que lo había estado haciendo mal, se había concentrado demasiado en su sufrimiento propio y no le había dado su apoyo tanto como le hubiera gustado.
¡GENIAL! Casi vuelve a perder a alguien importante por su estupidez, quedaba claro que no aprendía de los errores. Al menos esta vez se dio cuenta a tiempo.
Ahora pensaba volcarse en cuerpo y alma para intentar que su adorado amigo estuviera feliz. Tenía que encontrar la manera de devolverle el favor que él le hizo cuando apareció en su vida para ponerle alguna que otra sonrisa.

Sonrisas

¿Conocéis a alguien que os haga sonreir sólo con verle a él sonreir?




No hablo de estar tan enamorado que tus emociones dependan de las de él, sino de una persona que te hace sentir algo especial y que te contagia la sonrisa. Esa persona que aunque no te quieras dar cuenta te anima con sus historias, sus miradas, sus chistes, que te alivia poco a poco la tristeza y te devuelve algo de la alegría perdida, que hace que te sonrojes cuando ves que te está mirando, que de repente no puedas parar de mirarle y que estés deseando que pase el tiempo para estar un rato con él, incluso si sólo son unos minutos.

Todo el mundo debería tener una persona así y yo tengo suerte de conocerla :)

sábado, 21 de enero de 2012

Querida conciencia..

Hoy ha sido uno de esos días en los que Pepito Grillo ha venido a visitarme. Cómo odio que se presente sin avisar porque nuestras conversaciones siempre suelen provocar que acabe llorando.
Por alguna extraña razón escoge los días en los que mi estado de ánimo anda por los suelos.
Cualquiera le dice que se marche y me deje en paz con mis pensamientos porque él me recrimina que soy cabezota y testaruda pero él no se me queda atrás.
Que así no voy a ningún lado me ha dicho hoy. ¿Te lo puedes creer?
Parece que lo hace a propósito. Viene y me desbarata el mundo, echando por tierra todos mis ideales, sentimientos e intenciones.
Lo peor de todo es que suele tener razón (aunque claro está que nunca se lo pienso reconocer)
Con una sola palabra, por insignificante que parezca, me hace reflexionar y plantearme si de verdad estoy haciendo lo correcto dando rienda suelta a mis sentimientos por esa persona, si hacerlo, a la larga, no me traerá más tristeza y sufrimiento del que llevo sintiendo desde hace varios años.
Es curioso; sólo hace media hora que se ha marchado y todavía no he conseguido dejar de llorar. Además, ya me ha hecho dudar de todo lo que pensaba estos últimos días.
¿Entendéis ahora por qué no me gusta que me visite?

martes, 17 de enero de 2012

Noche mágica

Los primeros rayos de sol asomaban ya entre los pequeños huecos de la persiana.
Sentía su respiración muy cerca, en el que esperaba que se convirtiera en su lado de la cama. Ella se encontraba boca abajo, tapada con el edredón blanco de plumas, sonriendo tontamente.
Había sido una noche mágica.
Llevaba mucho tiempo esperando que ocurriera y se habían cumplido todas sus expectativas. Había sentido todas y cada una de las partes de su cuerpo como suyas propias.
El simple hecho de recordarlo le hacía estremecerse.
Se convirtieron en uno solo, una única alma rebosante de pasión y dulzura a la vez, llenando todo el espacio comprendido entre las cuatro paredes de su dormitorio.
Deseaba con ansias repetir aquel momento.
De repente, notó cómo él la destapaba con delicadeza. Su dedo comenzó a recorrer su espalda, trazando círculos alrededor de sus infinitos lunares.
Era una sensación maravillosa.
- Por fin te has despertado - le dijo en tono meloso.
Se dio la vuelta y se colocó encima de él, retomando donde lo habían dejado anoche.

lunes, 16 de enero de 2012

Miedo

 "Lo sé. Sé que soy débil, pero tengo miedo"

Esas palabras se le quedaron grabadas a fuego. Ni siquiera estaba prestando atención a la tele pero levantó la vista de el dibujo cuando oyó esa frase. Se había sentido tan identificada que no pudo volver a sacarse esa idea de la cabeza.
Sabía que era débil, que cada vez tenía menos fuerzas para afrontar la realidad y sus actos pero de verdad que estaba muerta de miedo.
Miedo de querer demasiado o demasiado poco, de ser rechazada o estar fuera de lugar, de no importarle a nadie, de convertirse en la persona que no quería ser, de defraudar a todos los que la apoyaban, de no volver a sonreír como en su día lo hizo.
Repasaba continuamente lo que no había hecho bien y llegaba siempre al mismo momento, hace cinco años, el momento en el que el miedo se apoderó de ella y tomó las riendas de sus actos, el momento en el que todo empezó a ir mal.
Debía olvidar aquello y seguir con su vida, compartirla con los que la querían, agradeciéndoles su ayuda incondicional pero el miedo seguía ahí, aferrado a sus entrañas y esperando a que todas las barreras contra él estuvieran debilitadas para atacar de nuevo.

martes, 10 de enero de 2012

Aún hay muchas cosas por decir.

TIC. TAC. TIC. TAC. TIC. TAC.

Daba la sensación de que el reloj iba cada vez más lento. Todavía faltaban dos horas para que marcaran las 6.
Estaba nerviosa y apenas podia concentrarse; se sentía así desde que él le había preguntado en el pasillo a la mañana si podía quedar esa misma tarde. Ambos sabían que hacía tiempo que tenían cosas que hablar pero él sostenía que quizás era mejor no hacerlo.
No podía imaginarse qué era lo que él pensaba que ella le tenía que decir, pero estaba claro que necesitaba explicarle por lo que estaba pasando para que él la comprendiera mejor. A ella y a sus repentinos cambios de humor. Necesitaba que él supiera cuánto daño le hacía con sus gestos de rechazo, aunque fuera inconscientemente. Deseaba que le mimara un poco más, como ella intentaba hacer con él a pesar de que a duras penas le dejaba.
Incluso hubo alguna semana en la que se maldijo por haberse fijado en él y no en otro, pero últimamente había estado más contenta, más relajada.
A pesar de ello, debía hablar con él y esa tarde por fin iba a hacerlo. Sólo tenía que esperar a que el dichoso reloj marcara de una vez por todas las 6.

Tiempos lejanos



Estaba sentada junto a la ventana, viendo las gotas de lluvia caer sin piedad.
Recordaba con melancolía aquellos días en los que aún creía que le estaba esperando el amor, que había alguien ahí afuera que la encontraría y le enseñaría a querer de la manera en la que aún no estaba preparada.
¡Qué lejos quedaban ahora esos tiempos!
Es curioso porque a medida que fue aprendiendo a querer, perdió toda la confianza y la mayor parte de la esperanza de que ella también tendría a esa persona que le hiciera sonreir con su sola presencia. Y no es que no hubiera encontrado ya a esa persona, sino que había sido él quien no la había elegido.

lunes, 2 de enero de 2012

Juego de niños

Me dirijo al baño, preparada para tomar un chapuzón relajante. Las velas ya estaban colocadas y ardiendo, las sales disueltas, la música en marcha. Entro en la bañera, quizás ya un poco pequeña para mi cuerpo, y me cubro con la espuma que se ha formado.
Me recuesto sobre el borde, un tanto frío al contacto y un estremecimiento recorre mi espalda. El vapor que flota en el cuarto comienza a dejarme adormilada y empiezo a soñar, aún consciente de que estoy despierta.
No quiero agobiarme con tanto recuerdo, así que decido retomar un juego que solía hacer de pequeña: contar cúanto tiempo aguanto debajo del agua. Me hundo entre la espuma y cierro los ojos 1,2,3,4,5,6,7...
Me doy cuenta de que mis pulmones no pueden más y me dispongo a volver para arriba. Sin embargo, alguien ha debido poner un cristal encima porque no puedo salir a la superficie.
Pataleo, empujo, grito en el agua, sabiendo que nadie me oye. Veo cómo la cera de las velas se derrite y desparrama por el cristal; puedo oír la música. Está sonando la que era nuestra canción. Me dejo llevar y desisto en mi lucha por respirar de nuevo el aire vaporoso del baño;sólo escucho esa canción, una vez más, probablemente la última.
Ya apenas queda oxígeno en mis pulmones y noto cómo voy perdiendo el conocimiento.
De repente, alguien chilla cerca de mí y me tira del brazo.
Vuelvo a sentir el calor del cuarto de baño, el aire entra de sopetón y abro los ojos.
-¡HIJA!¿Qué estabas haciendo?- grita histérica.
-Nada mamá, sólo jugaba.