lunes, 18 de junio de 2012

Sin marcha atrás

Miraba hacia el cielo y veía cómo las nubes formaban dibujos que después desaparecían.
Su presencia era de nuevo tranquilizadora. El dulce sonido de la guitarra los envolvía en un ambiente de cariño y amistad. Quería parar el tiempo, como si en el mundo sólo existiera ese momento y ellos dos.
Sus dedos recorrían con suavidad el brazo de ella, como si se tratara de algo frágil y delicado.
El sol brillaba con fuerza y el azul del cielo era, si cabe, más azul que de costumbre. Se encontraban a la sombra de un árbol, tumbados, relajados, olvidando los problemas.
Agarró su mano y dejó de pensar. Se centró en imaginar las formas que dibujaban las nubes y en escuchar el sonido de su respiración. Sin embargo, a pesar de que estaba de espaldas a él, sabía que él le daba vueltas a algo. No quería preguntarle qué era, no quería sacar el espíritu solitario y huidizo que llevaba dentro y que de repente lo apartaba de su lado.
Se dio media vuelta y le miró a los ojos. Se veían tranquilos aunque algo ausentes. Le sonrió y él le devolvió la sonrisa pero tenía una mala sensación en el cuerpo. Eran esos momentos los que le impedían confesarle lo que sentía porque no estaba nada segura de que él la quisiera como ella le quería. Porque sí, se había dado cuenta de que lo quería a pesar de que no le convenía nada.
Decidió volver a darse la vuelta y concentrase en las nubes. Por el momento, se conformaba con soñar despierta.

viernes, 1 de junio de 2012

Vestido corto, sandalias, pelo suelto... Es el atuendo habitual de muchas chicas, pero no el mío. Los vaqueros rotos, camisetas y deportivas son las prendas que llenan mi armario pero hoy, un día soleado como toda la semana, he decidido meterme en un vestido y calzar unos zapatos bonitos sólo porque sé que voy a verle. Probablemente ni se fije, pero ya el hecho de que me quiera poner guapa para estar con él, que no para él, me hace darme cuenta de que esos sentimientos que me da miedo mostrar están ahí y no tienen prisa por marcharse.
¿Que por qué no se lo digo? La respuesta es sencilla: Ahora mismo no le veo ninguna ventaja a contarle lo que siento, porque sé con certeza que no es reciproco y eso, a ratos, duele.
Quería creer que no le quería, que sólo era una confusión, un tonteo pero me paro a pensar y la verdad es que ya me había fijado en él bastante antes.
El problema es que estos días no le puedo tratar igual, porque sé que lo que siento es cierto y no una simple ilusión. Además ahora su presencia me inquieta, me sonroja y me pone nerviosa, cuando antes siempre lograba calmarme.
A pesar de todo, a pesar de que no vaya a pasar nada, sigo queriendo ponerme guapa para estar con él, porque sí, porque es primavera, brilla el sol y estoy enamorada.