sábado, 16 de marzo de 2013

El juego de Cupido

Parecía una noche como otra cualquiera. Un grupo de amigos, unas copas, la barra del bar y una pista enorme en la que todos bailaban sin descanso.
La vida le había tratado muy bien y estaba feliz por ello. No había tenido ningún problema en cuanto a mujeres se refiere, siempre había alguna dispuesta a llegar a algo más que una simple amiga o conocida. Eso no le preocupaba. Era más que consciente de su atractivo y lo usaba como arma letal de seducción.
Sin embargo, no sentía apenas nada por esas pobres muchachas que bebían los vientos por él y que competían entre ellas para ser la siguiente que cayera en sus apetitosas redes. Para él era todo una distracción, un juego, vamos, cosas de adolescentes. 
No sabía que todo iba a cambiar esa noche. No era ni mínimamente consciente de lo que venía a continuación, ni imaginaba lo que estaba a punto de experimentar.
Entonces la vio. Se acababa de acercar a la barra a pedir y todos a su alrededor parecían haber quedado hechizados. No estaba seguro de lo que le estaba pasando, pero se dijo a sí mismo que esa chica sencilla, radiante, de melena al viento,  tenía que ser para él. Más pronto o más tarde pero, a poder ser, lo primero. 
Buscaba sin cesar la frase perfecta para susurrarle al oído y hacerle saber que no escaparía de sus encantos.
Pero no era capaz. Estaba paralizado. La sensación de un gran cambio se estaba empezando a acomodar en su pecho y los sentimientos por esa dulce y preciosa criatura ya estaban preparados para atacar.
No hubo vuelta atrás. Sabía que se había enamorado pero no sabía desenvolverse con semejante información. No sabía cómo llegar a ella, como hacer que ella también le quisiera.
No obstante, el destino ya había jugado su papel en toda la historia. Ella también se había fijado en el atónito y ruborizado muchacho que la observaba con deseo. Pero no podía estar con él. Todavía no.
Su fama de mujeriego había llegado a sus oídos y además, ella tenía novio.
"Sería mejor que deje pasar el tiempo, y ya veremos que nos depara"- pensó ella, echándole el último vistazo de reojo y desapareciendo de la barra para adentrarse en la pista donde todos, ajenos al flechazo que acababa de ocurrir, bailaban sin parar.
Sin embargo, estaba escrito en las estrellas. No fue fácil ni rápido, y las discusiones hicieron acto de presencia en constantes ocasiones, pero eran el uno para el otro. Sin terceras personas ni sentimientos encontrados. La pareja perfecta. Dos adorables adolescentes que se querían como si nada más importara. Y les espera un gran futuro porque, aunque a veces no lo parezca, con amor se llega a cualquiera parte.

lunes, 14 de enero de 2013

Fin


Mucho me temo que todo esto ha terminado.  Creo que va siendo hora de cerrar este blog que tantos sentimientos y emociones ha tenido que soportar durante algo más de un año.
No puedo sino sentirme triste por esta decisión repentina que he tomado pero los capítulos terminan y a este le ha llegado el momento.
Este blog lo ha significado todo por un tiempo y siempre va a estar en mi memoria, en mi pasado, presente y futuro.
Tengo que agradecer a todas esas personitas que han estado leyendo los delirios que he ido escribiendo. Ellos me han dado la alegría y la fuerza necesaria para poner sobre escrito todo aquello que pensaba y que se me pasaba por la cabeza, por muy estúpido que fuera.
Esto no quiere decir que no vaya a seguir escribiendo. Eso sería absurdo y un atentado contra mi propia persona. A veces pienso que soy lo que escribo y no creo que me engañe. Sin embargo, quiero poder escribir algo que signifique algo para alguien. Una entrada que la persona que la lea sienta, por unos minutos, que por muy mal que le estén yendo las cosas, queda esperanza. No necesito el reconocimiento de nadie, ni que se sepa quién soy, sólo que las palabras que escriba se le queden grabadas a alguien y se llene de ánimos para seguir adelante.
Y aquí ya no puedo. Son demasiadas las personas y sensaciones que me atan a este blog y necesito escribir sin la presión de saber que esas personas van a leerme y van a decir que les gusta sólo porque no quieren hacerme daño.
Necesito empezar de cero. Sin ataduras, sin presiones, sin expectativas que cumplir. Sólo escribir por escribir. Como cuando lo hacía en un papel en blanco que sabía que nadie leería.
Ha llegado la hora de cerrar esto y no abrirlo nunca más. No lo voy a eliminar. Al fin y al cabo, todo lo que está publicado en algún momento significó algo para mí y creo que de vez en cuando me gustará recordarlo.
No sé, quizás abra un blog nuevo, pero bajo el anonimato. Que ningún conocido sepa de él. Que nadie pueda saber lo que siento, que no me sienta observada. Supongo que se puede pensar que eso es una tontería, ya que yo misma les hablé de este blog. Pero eso ha cambiado y.. bueno, supongo que yo también.
Por eso me despido con esta entrada. Porque ha llegado el momento de cambiar de capítulo, pero no sin agradecer la confianza que algunos han tenido en lo que yo escribía y los ánimos que me han dado entrada tras entrada. Vosotros sois la esencia de este blog.

Y para acabar, le dijo Hansel a Gretel:"Vamos a tirar estas migas de pan para que podamos encontrar el camino a casa, porque perdernos en le camino sería la cosa más cruel"

domingo, 16 de diciembre de 2012

Felices 18 :)

Un año más y para mi va a seguir siendo ese gatito marrón adorable de siempre.
Bueno un año más depende de como lo mires, porque el resto de años no le conocía y no he podido estar con él para celebrarlos. Qué lástima, pero bueno, ahora tenemos (espero) seis años mínimo, con sus seis 16 de Diciembre para que pueda tirarle de las orejas y llamarle viejo, aunque yo lo sea más y aunque tenga esa carita de niño pequeño que en cuanto la miras te dan ganas de abrazarle.

El caso es que mi chiquito de al lado ya se me hace mayor de edad (no os creáis que aparenta 18 ni de lejos). Cuando se cumplen 18 siempre se dice: "Oh ten cuidado ahora ya puedes ir a la cárcel" pero me niego a decir tal estupidez como esa, ya que por lo único por lo que podría ir a la cárcel es por hacerse querer demasiado y por ser una de las mejores personas y amigos que hay en este mundo.
Así que no, no le diré eso.

Pero si le digo que no cambie, nunca, que ni se le pase por la cabeza vamos. Que aunque no sepa con certeza en qué momento y por qué nos hicimos de repente tan cercanos y amigos, me siento muy muy afortunada de que eso haya pasado. También le digo que pobre de él como me abandone en clase después de Navidades, porque a ver que hago yo sola y aburrida. Y que por mucho que me meta con él por su altura, para mi es el más mejor y más grande. Pues eso nene, que gracias por ser como eres y que aunque te niegues a aceptarlo el listo de los dos eres tú.

FELIZ CUMPLEAÑOS R.! :):)



jueves, 15 de noviembre de 2012

6 años

6 años. Infinidad de momentos, historias, personas que entran y salen, peleas, amistades y algo más que amistades. 6 años de cambios y sin embargo volvía una y otra vez a la misma historia, a la misma persona, al mismo sentimiento.

Apenas eran dos críos cuando pasó pero llegó a quererle tanto que no fue capaz de controlar sus propios miedos y emociones, y todo se echó a perder. 6 años había pasado desde entonces y aún así seguía sintiendo ese "no se qué" que le invadía el cuerpo entero cada vez que le veía.

Desgraciadamente ahora todo era diferente. Un saludo cordial, una sonrisa a destiempo, una mirada perdida, una conversación amable y poco más. Sin embargo, había momentos en los que creía ver su sombre, en los que se colaba inevitablemente en sus sueños, en los que podía verle al lado cuando miraba su propio reflejo en el espejo. Esos momentos en los que aún le necesitaba, en los que deseaba que fueran de nuevo esos dos enanos que se quería y que adoraban pasar tiempo juntos. Cuánto extrañaba aquellas tardes en las que podían hablar durante horas sin darse cuenta. Quería con todas sus fuerzas volver esos 6 años atrás y no cometer aquel error que lo cambió todo.

Estaba en su rincón de pensar cuando esto relampagueaba por su mente. Ese rincón misterioso que se encontraba cerca de su casa, en una plaza escondida en la que apenas transitaba gente. El lugar abandonado en el que podía dar rienda suelta a su imaginación sin que nadie la molestara. Ese paraíso en el que aún podía oír su risa sin se concentraba y ver las pequeñas y adorables arruguitas que se le formaban alrededor de los ojos cuando estaba contento. Tantas veces creía sentir sus labios juntos a los de ella de nuevo, sus manos recorriendo cada centímetro de su espalda deteniéndose en cada uno de sus infinitos lunares...

Le echaba tanto de menos que era incapaz de concentrarse en otra cosa que no fuera él, bueno.... ellos. Sabía que el tiempo se le estaba echando encima. En media hora tenía clase de violín y si no se iba ya, llegaría irremediablemente tarde. No era capaz. No podía dejar que su recuerdo se esfumara, no ahora que era consciente de que cada día se le hacía más difícil evocarle a él y aquellos tiempos en los que fueron felices juntos. Sin embargo su violín la estaba esperando y sólo con él era posible desconectar.

Recogió sus cosas y se disponía a marcharse cuando sintió una mano en el hombro y una voz conocida que le dijo:

- Soy yo. He vuelto. ¿Me has echado de menos?

No contestó pero sonrió y se giró. Sabía que era él, siempre supo que era él. Claro que le había echado de menos pero no quería arruinar el momento hablando. Se lanzó a sus brazos. Esos brazos fuertes que llevaba tanto tiempo deseando que la envolvieran. Entonces también supo que no le volvería a dejar escapar y que iba a llegar tarde a la clase, pero esta vez no le importó lo más mínimo.

lunes, 12 de noviembre de 2012

R.

Cuando ya no esperas nada de nadie y te invade un sentimiento horrible de impotencia llega alguien que te regala un abrazo y te rompe los esquemas. Entonces te preguntas si aún queda gente especial en el mundo y te das cuenta de que sí.
Esa persona aparece en tu vida de repente para darle el toque de alegría que te faltaba, que ameniza las clases, que te saca de quicio pero incluso en esos momentos te divierte.

Apenas le conoces pero en muy poquito tiempo le coges un cariño inmenso, tanto a él como a su forma de ser y sabes casi más de él que de gente con la que llevas desde siempre.
Te alivia saber que todavía quedan personas que merecen la pena, que te contagian la alegría y el positivismo y que estarías dispuesta a clonar con tal de poder tenerlo cerca siempre para animarte si te pones triste.

Es una persona sensible, atrevida, alocada... Más o menos alguien muy parecido a ti, a quien decides hacer un huequecito en tu ajetreado corazón porque se lo ha ganado con creces. Alguien a quien le puedes adivinar el estado de ánimo sólo por el cambiante color de los ojos, que sabes que acabará siendo importante y que no te puedes permitir perder.
Te cuenta sus historias, la mayoría casi inverosímiles (excepto las amorosas, claro) y esperas poder seguir oyendo esas historias durante mucho tiempo, sobre todo las que demuestran que es todo un romántico y eso que quedan pocos.
Empieza siendo un compañero para convertirse en un amigo, en uno de los buenos, de los que quieres conservar para siempre, de los que quieres conocer todo, bueno o malo, porque sabes que lo primero siempre ganará a lo segundo.

En definitiva, unas persona que aunque conozcas desde hace nada haya acabado siendo vital.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Cuando el baile es tan hermoso e increíble que te hace llorar

Ensayaba sin descanso los pasos del baile que había preparado para la audición de la semana que viene. Se jugaba una plaza en una de las escuelas de danza más importantes del mundo y no podía fallar. La playa se había convertido en su aliada y el susurro de las olas acunaba su cuerpo y mecía sus movimientos.

Comenzaba con un arabesque y se servía de un balancé para pasar a un grand jeté. Los brazos acompañaban cada movimiento con soltura y precisión pero ella nunca estaba conforme. Sabía que nada de eso valía para poder pertenecer a semejante escuela de danza, con bailarines de gran categoría.
Repetía los pasos una, otra y otra vez. Ese día la playa estaba más desierta que nunca. Sólo ella y el mar, una perfecta combinación. Sin embargo oyó que alguien venía por detrás. No se giró a mirar quién era ni contestó cuando el desconocido le dijo con admiración que su baile era hermoso. No podía perder la concentración y aún así notaba como él se acercaba cada vez más.

De repente notó cómo la agarraba, con toda la dulzura del mundo y le susurraba al oído que tenía que dejarse llevar. De repente el solo de baile se convirtió en una danza a dos, llena de pasión.  Cada movimiento era mágico, dos cuerpos bailando como uno. La alzaba en el aire, la dejaba caer con cuidado, la giraba, la acercaba a sí con ternura para volverla a alejar. Las olas jugueteaban entre sus pies, como un cuerpo de baile que acompaña a los bailarines principales.



Esto era lo que había estado buscando. Esa sensación de que nada más importaba, de que no era danza sino magia, de que podría pasar así horas y nunca se cansaría. Él le estaba enseñando como conseguirlo y supo entonces que el lazo de unión entre ellos que empezaba a formarse con el baile podría llevarlo más allá.

Terminaron el número con elegancia. Ni siquiera de habían dado cuenta de que tenían público. El espectáculo había sido tan maravilloso que mucha gente que les había visto desde el paseo marítimo había bajado para disfrutar desde la cercanía. El aplauso estalló nada más acabar pero ellos no oían ni veían a nadie excepto el uno al otro.
Fue el quien se lanzó primero a hablar diciéndole que llevaba días observándola aunque nunca se había atrevido a acercarse. Ella no le dejó terminar la frase y le besó. No podía hacer otra cosa. No después del regalo que él le había hecho.

La gente empezó a dispersarse pero ellos se quedaron horas allí. Sólo intercalando pasos de baile, caricias, besos y abrazos. El silencio no les preocupaba.
Cuando se hizo de noche, llegó el momento de volver a casa. No quería separarse pero no había otro remedio. Ella le dio un último beso antes de irse y le dijo:
- La audición es dentro de una semana. Quiero hacer un dúo.
Él se quedó sorprendido pero sonrió y sin tardanza contestó:
- Eso está hecho

Amargo adiós

Suena un acorde de RE sostenido al piano en la habitación contigua. Sabe qué notas vendrán a continuación y no está dispuesta a escucharlas. Otra vez no, al menos. Cierra la puerta para poder quedarse en soledad con sus pensamientos. Ella siempre había preferido esa melodía al violín, al igual que él, pero tampoco le apetecía tocarlo. No quería volver a oír aquella canción nunca más. No ahora que todo había terminado; que él lo había terminado.


Creía que todo iba pero por lo visto eso nunca había sido así. Desde el primer momento habían sido dos extraños. Ni siquiera había habido una pizca de magia. Ni al principio de la relación. Aún y todo ella le amaba y había sido muy feliz. Pero él la había engañado. No con otra chica, que casi lo hubiera preferido, sino con algo, según ella, muchísimo peor.

Había fingido quererla cuando en realidad nunca había estado cerca de hacerlo. Sólo la consideraba diferente y especial y creyó que con sólo eso bastaría para sacar adelante un vida en común.
Durante casi dos años le había mentido. Tantos "te quiero" falsos había creado ilusiones rotas y vanas de que quizás hubieran llegado a tener un futuro juntos. Menuda decepción.

Lo peor fue cómo le dejó.  Un triste SMS de despedida que como era habitual en ella, aún conservaba en la memoria del teléfono. Que ella no le merecía, escribió. Pues estaba claro que no. Ahora se daba cuenta.
Llegó a pensar que no habría nadie mejor en el mundo que él pero ya sólo le parecía escoria. Y sin embargo esto tampoco era verdad, sólo quería pensar que lo era cuando en realidad le seguía y le seguiría queriendo.