jueves, 15 de noviembre de 2012

6 años

6 años. Infinidad de momentos, historias, personas que entran y salen, peleas, amistades y algo más que amistades. 6 años de cambios y sin embargo volvía una y otra vez a la misma historia, a la misma persona, al mismo sentimiento.

Apenas eran dos críos cuando pasó pero llegó a quererle tanto que no fue capaz de controlar sus propios miedos y emociones, y todo se echó a perder. 6 años había pasado desde entonces y aún así seguía sintiendo ese "no se qué" que le invadía el cuerpo entero cada vez que le veía.

Desgraciadamente ahora todo era diferente. Un saludo cordial, una sonrisa a destiempo, una mirada perdida, una conversación amable y poco más. Sin embargo, había momentos en los que creía ver su sombre, en los que se colaba inevitablemente en sus sueños, en los que podía verle al lado cuando miraba su propio reflejo en el espejo. Esos momentos en los que aún le necesitaba, en los que deseaba que fueran de nuevo esos dos enanos que se quería y que adoraban pasar tiempo juntos. Cuánto extrañaba aquellas tardes en las que podían hablar durante horas sin darse cuenta. Quería con todas sus fuerzas volver esos 6 años atrás y no cometer aquel error que lo cambió todo.

Estaba en su rincón de pensar cuando esto relampagueaba por su mente. Ese rincón misterioso que se encontraba cerca de su casa, en una plaza escondida en la que apenas transitaba gente. El lugar abandonado en el que podía dar rienda suelta a su imaginación sin que nadie la molestara. Ese paraíso en el que aún podía oír su risa sin se concentraba y ver las pequeñas y adorables arruguitas que se le formaban alrededor de los ojos cuando estaba contento. Tantas veces creía sentir sus labios juntos a los de ella de nuevo, sus manos recorriendo cada centímetro de su espalda deteniéndose en cada uno de sus infinitos lunares...

Le echaba tanto de menos que era incapaz de concentrarse en otra cosa que no fuera él, bueno.... ellos. Sabía que el tiempo se le estaba echando encima. En media hora tenía clase de violín y si no se iba ya, llegaría irremediablemente tarde. No era capaz. No podía dejar que su recuerdo se esfumara, no ahora que era consciente de que cada día se le hacía más difícil evocarle a él y aquellos tiempos en los que fueron felices juntos. Sin embargo su violín la estaba esperando y sólo con él era posible desconectar.

Recogió sus cosas y se disponía a marcharse cuando sintió una mano en el hombro y una voz conocida que le dijo:

- Soy yo. He vuelto. ¿Me has echado de menos?

No contestó pero sonrió y se giró. Sabía que era él, siempre supo que era él. Claro que le había echado de menos pero no quería arruinar el momento hablando. Se lanzó a sus brazos. Esos brazos fuertes que llevaba tanto tiempo deseando que la envolvieran. Entonces también supo que no le volvería a dejar escapar y que iba a llegar tarde a la clase, pero esta vez no le importó lo más mínimo.

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