viernes, 2 de noviembre de 2012

Tarde otoñal

El frío empezaba a colarse en las otoñales tardes de octubre. Caminaba despacio por la calle principal acomodando la bufanda a su desabrigado cuello y colocándose los auriculares del IPod dispuesta a escuchar un poco de su música.
Para no salirse de sus esquemas puso el aleatorio que como siempre se disponía a entristecer su día.

Estaba segura de la decisión que había tomado días antes. Estaba.
Una conversación de última hora el día anterior la había descolocado por completo. Llevaban horas los dos conectados, pero parecía que el miedo a decir la primera palabra era mayor que la tensión positiva que le producía la situación. Ya había desistido cuando se dio cuenta de que un nombre parpadeaba en la pestaña de Tuenti. ¿Se habría dignado a dar el paso? ¿ Acaso había descubierto su plan de evitarle para que dejara de gustarle?
Dos días había durado su plan. Menudo fracaso. Y sin embargo seguía segura de los motivos que la habían llevado a tomar tal decisión. Las similitudes con alguien del pasado eran demasiado evidentes y no podía obviarlas. Ni eso ni el hecho de que no se sentía ella misma cuando estaba con él. Todo esto se cruzó en sus pensamientos mientras pensaba si abrir o no la conversación. Finalmente optó por hacerle caso, pues la curiosidad era superior a todo lo demás.

La conversación comenzaba con su pequeño juego. Admiraba que se acordara de todo lo que hablaban y lo convirtiera en su juego particular. Así que sin más dudas se dispuso a contestarle y seguirle la corriente.
Todo parecía ir bien hasta que llegó la primera recriminación. Desde luego sabía cómo hacerle sentir mala persona. Quizás aquel día se equivocó en ser tan drástica pero lo hizo para que fuera él quien demostrara que ella le importaba. Y lo había conseguido. No sólo una vez sino dos le recriminó su conducta del pasado día pero  no podía pensar en la recriminación sino en que él había esperado algo y ella le había defraudado. Genial. Al fin y al cabo, ¿con eso no le estaba demostrando que ella sí que le importaba y que la tenía en cuenta en su vida?
Eso quería pensar. Aparte que conociendo cómo era sabía que no le habría sido fácil decidirse a hacerle semejante reproche. En definitiva, todo el plan se había ido al traste. O quizás había funcionado demasiado rápido. Desde luego volvía a estar en un bucle infinito en el que estancarse.

De tanto reflexionar sobre el tema, no se había dado cuenta de que había tomado la dirección equivocada. Ni siquiera se había percatado de que tenía las manos heladas, de que temblaba y de que lloraba con la canción que el aleatorio había elegido reproducir en ese momento. Conocía el lugar sin embargo. Estaba al lado de su portal esperando a que llegara del entrenamiento. Inconscientemente había encontrado la solución y se disponía a llevarla a cabo aunque aún tuviera que esperarle allí sentada durante una hora con el frío incrustado en sus huesos. Quizás todo fuera más fácil si se lo decía de una vez por todas.

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