lunes, 18 de junio de 2012

Sin marcha atrás

Miraba hacia el cielo y veía cómo las nubes formaban dibujos que después desaparecían.
Su presencia era de nuevo tranquilizadora. El dulce sonido de la guitarra los envolvía en un ambiente de cariño y amistad. Quería parar el tiempo, como si en el mundo sólo existiera ese momento y ellos dos.
Sus dedos recorrían con suavidad el brazo de ella, como si se tratara de algo frágil y delicado.
El sol brillaba con fuerza y el azul del cielo era, si cabe, más azul que de costumbre. Se encontraban a la sombra de un árbol, tumbados, relajados, olvidando los problemas.
Agarró su mano y dejó de pensar. Se centró en imaginar las formas que dibujaban las nubes y en escuchar el sonido de su respiración. Sin embargo, a pesar de que estaba de espaldas a él, sabía que él le daba vueltas a algo. No quería preguntarle qué era, no quería sacar el espíritu solitario y huidizo que llevaba dentro y que de repente lo apartaba de su lado.
Se dio media vuelta y le miró a los ojos. Se veían tranquilos aunque algo ausentes. Le sonrió y él le devolvió la sonrisa pero tenía una mala sensación en el cuerpo. Eran esos momentos los que le impedían confesarle lo que sentía porque no estaba nada segura de que él la quisiera como ella le quería. Porque sí, se había dado cuenta de que lo quería a pesar de que no le convenía nada.
Decidió volver a darse la vuelta y concentrase en las nubes. Por el momento, se conformaba con soñar despierta.

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