viernes, 1 de junio de 2012

Vestido corto, sandalias, pelo suelto... Es el atuendo habitual de muchas chicas, pero no el mío. Los vaqueros rotos, camisetas y deportivas son las prendas que llenan mi armario pero hoy, un día soleado como toda la semana, he decidido meterme en un vestido y calzar unos zapatos bonitos sólo porque sé que voy a verle. Probablemente ni se fije, pero ya el hecho de que me quiera poner guapa para estar con él, que no para él, me hace darme cuenta de que esos sentimientos que me da miedo mostrar están ahí y no tienen prisa por marcharse.
¿Que por qué no se lo digo? La respuesta es sencilla: Ahora mismo no le veo ninguna ventaja a contarle lo que siento, porque sé con certeza que no es reciproco y eso, a ratos, duele.
Quería creer que no le quería, que sólo era una confusión, un tonteo pero me paro a pensar y la verdad es que ya me había fijado en él bastante antes.
El problema es que estos días no le puedo tratar igual, porque sé que lo que siento es cierto y no una simple ilusión. Además ahora su presencia me inquieta, me sonroja y me pone nerviosa, cuando antes siempre lograba calmarme.
A pesar de todo, a pesar de que no vaya a pasar nada, sigo queriendo ponerme guapa para estar con él, porque sí, porque es primavera, brilla el sol y estoy enamorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario