sábado, 8 de octubre de 2011

cuando te conocí...

De repente llegaste a mi vida. Te colaste en ella sin apenas darme cuenta.
Lograste rescatarme de aquello a lo que más temía, pero es un rescate a medias.
Quiero creer que sólo somos amigos pero, ¿cómo voy a sentir sólo eso por la persona que me ha salvado de una caída segura al vacío? Intento ocultarte mis sentimientos, al mismo tiempo que pretendo ocultármelos a mi misma porque me da miedo quererte, no podría soportar que tu me hicieras daño porque eres demasiado importante.
Cada palabra es como una tirita que cubre las heridas que otras personas dejaron; Y quiero pensar que todo acabará bien, que yo puedo cambiar las cosas, pero en el fondo sé que sólo será un fracaso más que añadir a los ya vividos.
Procuro ser buena contigo, consolarte y mimarte pero en realidad me muero de ganas de darte un beso y abrazarte al mismo tiempo que te desvelo todo aquello que siento.
Y sí, tengo un miedo inmenso a que lo que siento por ti sea demasiado fuerte como para echarme atrás porque tú no me quieres como yo lo hago. Esta tarde tengo que mirarte a la cara y hacer como que no pasa nada, como que sólo somos dos amigos que se cuentan sus problemas al tiempo que se enfadan por tonterías, pero aunque yo intente simular que todo es una mentira, mis ojos no van a poder porque sienten una predilección demasiado fuerte por ti, no puedo evitar que brillen al verte porque así es como me siento en realidad: maravillada por la facilidad con las que has llegado a mi corazón, alegre por haber superado lo vivido anteriormente y encantada por compartir todo lo que tengo contigo.
Y sé que tu no te darás cuenta de ello pero por el momento soy feliz así y no pienso abandonar mi felicidad alejándome de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario